se propaga por toda la ciudad. Se siente en todas partes en el aire, en la calle, en el aula, debajo del corazón, cubriendo triunfalmente un olor húmedo y amargo (yo diría, a caracoles, repugnante, que muy pocas personas reconocen… ¿sabes cómo huelen los caracoles después de la lluvia? Una mezcla de humedad y ranciedad).
Desde el ático de la escuela, se escucha un tono cálido pero firme, coherente, fluido y ligeramente humorístico… y no, no está en rumano; es una mezcla de inglés con un toque de español, perteneciente a nuestro formador, Azael Herrero… Esta semana, fortalecemos nuestras convicciones en un curso sobre #gamificación, no aclaración sino GAMIFICACIÓN. ¡Exacto! Lo que nos falta en este mundo de la educación, pero que, por supuesto, veo cambiando. Somos, creo o me gusta pensar, muchos de nosotros que practicamos la #gamificación intuitivamente pero sin sentar las bases para un proyecto «según el libro». Puedo decir que me redescubrí a través de este curso porque me di cuenta, no sé cuántas veces, que todo lo que hago, lo hago bien, y me gustaría que cualquiera encontrara esta satisfacción; es sorprendente saber que todo tu trabajo es recompensado. Seguramente les contaré sobre mi proyecto y el proyecto de los estudiantes «El Negocio Pitufo», que hice intuitivamente, sin saber que en realidad es GAMIFICACIÓN.
Tengo que concluir… un estruendo de ruido se eleva; son mis estudiantes que vienen de la clase de deportes, muy emocionados y armados con muchas preguntas, cito: Miss, ¿es la última hora? Miss, ¿a qué hora tendremos? Miss, escribiste sin mirar… AAA (ese «¡aja!»), Miss, ¿por qué escribes todas estas cosas? Un montón de manitas y ojos se agrupan detrás de mí… ¿Qué están haciendo aquí?, Miss hoy tengo que recoger a mi hermana también porque viene mi abuelo… el sonido del agua… Eh, no digan nada, miss está escribiendo… jeje… ¡Son divertidos! Miss,…